
Era una mujer que tuvo dos hijos gemelos y unidos a lo largo de todo el costado.
– No podrán vivir -dijo un doctor.
– No podrán vivir -dijo otro, quedando desahuciados los nuevos hermanos siameses.
Sin embargo, un hombre con fantasÃa y suficiencia, que se enteró del caso, dijo:
– Podrán vivir… Pero es menester que no se amen, sino que, por el contrario, se odien, se detesten.
Y dedicándose a la tarea de curarlos, les enseño la envidia, el odio, el rencor, los celos, soplando al oÃdo del uno y del otro las más calumniosas razones contra el uno y contra el otro, y asà el corazón se fue repartiendo en dos corazones, y un dÃa un sencillo tirón los desgajó y los hizo vivir muchos años separados.
Oscar Wilde
Manipulación: Patricia