Están de moda los súper héroes. Quizá se deba a una manifestación del subconsciente colectivo, deseosa de rememorar la infancia y de aferrarse a la convicción de que existen lÃneas claras entre el bien y el mal en este mundo lleno de violencia y horrores. O quizá simplemente los directores de Hollywood, con tantos efectos especiales disponibles gracias a la tecnologÃa actual, han agotado todas las ideas habidas y por haber, y buscan en qué hacer gala de aquellos efectos.
La tercera entrega de las aventuras de los Hombres X presenta una historia un tanto diferente a las anteriores. Una empresa ha descubierto una «vacuna» contra las mutaciones, que retorna a la «normalidad» a los que la reciben. Y el Fénix hace su aparición, desplegando su inconmesurable poder, el cual tanto Magneto como Xavier desean controlar, aunque con diferentes propósitos.
«X-men: La última decisión» es todo un desfile de mutantes. Tormenta, Guepardo, Ã?ngel, CÃclope, Jean, Bestia, Magneto, PÃcara, Xavier… Los personajes aparecen en escena a un ritmo vertiginoso, aunque en ocasiones más para decorar la pantalla que por una razón más trascendente. Y para los fans de la serie o historietas, probablemente resulte agradable ver a tantos personajes en la pantalla grande.
La historia de esta tercera pelÃcula en sà es interesante y saca a relucir muchos puntos controversiales, que ya habÃan sido expuestos en las anteriores entregas. ¿Son las mutaciones en verdad una enfermedad a la que hay que combatir? ¿La uniformidad es normal y deseable? ¿Es justificable el miedo y agresión ante lo diferente? Y bueno, los efectos especiales son bastante espectaculares. La aparición del Fénix, unos momentos devastadores para Xavier, la gran batalla y cierta escena que involucra un monumental puente son más que impactantes.
Aunque el tÃtulo sugiere que se trata del último capÃtulo de esta serie, el final deja lugar para una secuela. Aunque la segunda pelÃcula fue más de mi agrado, la tercera no decepciona, y no tendrÃa quejas si hay una cuarta.