En su libro ArtesanÃa prohibida, Gabriel Angelotti Pasteur cuenta que la pólvora fue descubierta de manera casual dentro de la práctica empÃrica de un alquimista chino del siglo VI (580) que buscaba la ambrosÃa, “el tan ansiado elixir de la inmortalidad, que además servirÃa para la obtención de oro y plataâ€.
Su descubridor, o por lo menos quien registró la fórmula, fue el farmacólogo Sun Simiao, que para hacer pólvora mezclaba en un cuenco de barro, sepultado a ras de tierra, salitre pulverizado (nitrato de sodio), carbón vegetal y azufre, utilizado éste como combustible y agente de reacción libre.
El uso militar de la pólvora fue inmediato y en el siglo X China fabricaba ya bombas, granadas, cañones, lanzallamas y armas incendiarias. Su aplicación lúdica comenzó en los siglos XII y XIII (1127-1279). Los primeros en importar esta tecnologÃa fueron los árabes entre los siglos XVIII y IX.
Los árabes llevan el nuevo artilugio a España y de ahà pasa a Europa. La referencia más remota del nuevo artefacto en este continente se halla en un manuscrito inglés, que alude a un pequeño cañón de 32 centÃmetros de largo, diámetro de 18 mm y un peso de 1,2 kg denominado Tannenberg gun.
“â€La pólvora, la brújula y la imprenta integran la trÃada de objetos que, según sir Francis Bacon, constituyeron la fuente de los cambios experimentados en la Europa renacentista y que desencadenaron una era de modernidad en Occidente, provocando una revolución en la literatura, la guerra y la navegaciónâ€, escribe Angelotti al citar a Basalla y reivindicar las tres invenciones a la antigua China.
ArtesanÃa prohibida, publicado en coedición por el Instituto Nacional de AntropologÃa e Historia (INAH), El Colegio de Michoacán y la Universidad Autónoma de Yucatán, recibió el Premio Fray Bernardino de Sahagún a la mejor tesis de licenciatura en antropologÃa social que otorga el INAH. La presea fue recibida por Angelotti en 2001.
El volumen está conformado con una introducción, los capÃtulos La pirotecnia, una artesanÃa tradicional, La pirotecnia de Halachó, Comercio y consumo de pirotecnia en Yucatán, Pirotecnia, legislación y clandestinidad y Conclusiones; un glosario de términos técnicos, toponÃmicos, expresiones coloquiales y otras voces mayas; una bibliografÃa, heremografÃa, reglamentos y leyes (relacionados con el uso de la pólvora) y un Ãndice temático.
Angelotti reporta la presencia de la pólvora en América desde el arribo de Cristóbal Colón a América en octubre de 1492, y en México a partir de la llegada de Hernán Cortés a Veracruz en 1519 –su ejército la fabricaba con carbón de árboles del Matlacueyetl (La Malinche), los salitres que abundaban en el Altiplano y el azufre el Popocatépetl-, pero su uso para juegos de pirotecnia habrÃa de iniciarse hasta finales del siglo XVI o principios del XVII.
Circunscrito el estudio antropológico al municipio de Halachó, una de las poblaciones de Yucatán con mayor tradición pirotécnica, el autor de ArtesanÃa prohibida brinda información detallada de los insumos y las herramientas de trabajo (puyas, atacadores, cucharas, bancas de hilados de caña y dados) para elaborar los diferentes productos pirotécnicos.
La lista de éstos alcanza casi la treintena: cañas, crucetas, dados, largueros, luces de bengala, velas romanas, mariposas, pastillas de colores, petardos, puyones, silbatos, torbellinos, verticales, baterÃa de luces, cascada, ciprés, hiladas, hiladitas, morteros, paracaÃdas con luces y con rosario, toritos, voladores, voladorcitos, bombitas y triquitrac.
En México hay 49 mil coheteros cuyos principales centros de producción se localizan en 90 municipios de 16 estados de la República. El libro incluye una lista de los accidentes ocurridos en el último cuarto de siglo, entre ellos los de Tultepec y Celaya, cuyos efectos sociales provocaron la imposición de severas restricciones en el uso de la pólvora y los fuegos de artificio en el paÃs.
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